Mi hijo amó la medicina

Cuando la pandemia avanzaba, le pedí que regrese a casa, pero él no quería dejar a sus pacientes

Mi hijo, Marvin Cuenca Bejarano, desde muy niño quería ser médico, y siempre mostraba un corazón noble para con todas las personas. Cuando creció, estudió medicina en la Universidad San Pedro de Chimbote; egresó muy joven, a los 23 años. Hizo toda su carrera sin ningún problema, fue muy estudioso, quiso hacer su residentado en gastroenterología, pero por cosas de la vida tuvo que aplazar su postulación. Él trabajaba en Lima, en el Policlínico El Trébol de los Olivos, en la primera línea de defensa contra el Covid-19.

Al enterarme por los noticieros que el virus del Covid avanzaba, le dije: “Hijo regresa a casa, voy a mandar a tu hermano que te traiga, él te va a traer en el carro de tu papá”. Pero él me decía:” No mamá, si yo regreso, ¿quién va a ver a mis pacientes?, yo no me voy a sentir bien dejándolos solos; muchos médicos vulnerables han tenido que tomar licencia, solo quedamos nosotros, somos seis médicos en el policlínico, por eso no me puedo ir, yo me estoy cuidando”.

Yo hablaba con él todos los días, pero hoy, por la irresponsabilidad de muchas personas que no se cuidan, mi hijo ya no está conmigo. Por eso, por favor les pido a todas las personas que se cuiden, que sean responsables, que no asistan a fiestas, ni a reuniones. Son muchos los médicos que no pueden estar con sus familias, pues se encuentran luchando por restaurar la salud de sus pacientes, son ellos quienes dan la cara y se arriesgan, debemos ser conscientes y poner de nuestra parte.

También pido a la Ministra de Salud, que garantice la protección de los profesionales de la salud, que los dote con los implementos necesarios para su cuidado personal. Recuerdo que mi hijo me mandó fotos de como trabajaba y vi que la mascarilla que le habían dado no era la adecuada, ¡los médicos no pueden trabajar así, por favor!

No es justo que a mi hijo no se le reconozcan sus derechos laborales porque según el Minsa, no tuvo vínculo laboral con el Ministerio de Salud. Mi hijo trabajó con un contrato por terceros, es decir sin seguro, ni estabilidad laboral. El murió atendiendo a sus compatriotas y el Gobierno le pagó con un contrato inestable. Actualmente hay tantos médicos que todavía siguen bajo este tipo de contratación, y esto debe acabar, no puede ser que no se reconozca el trabajo que vienen realizando. Señora ministra, usted es madre como yo, y sé que no le gustaría que sus hijos trabajen en esas condiciones. Además, muchos médicos han fallecido en el ejercicio de su profesión, dejando esposa, hijos, padres, que han quedado desamparados, por ello exijo al Gobierno una pensión vitalicia para sus deudos.
No puedo describir todo el dolor que siento, más cuando era un hijo muy especial, nunca me dio problemas de nada. Marvin era un buen hijo, buen hermano y gran amigo, él tenía un buen corazón, era muy noble. Siendo muy joven, vino a Lima para trabajar, siguiendo su vocación de servicio. Sus compañeros me contaban que los pacientes siempre buscaban que él los atendiera porque les regalaba una sonrisa, aliviando un poco su dolor, y es así como lo recordaremos.

Testimonio de la Sra. Masiel Bejarano