No es exagerado decir que, los parteros tenemos el enorme privilegio de estar bendecidos por Dios, lo que compensa la ingratitud que muchas veces acompaña a nuestra noble y sacrificada especialidad. Saludo desde estas líneas, a los parteros jubilados y activos, viejos y jóvenes, hombres y mujeres, a los que ya han guardado la adrenalina en el diván y a quienes aún la usan como loción en su cotidiana lucha por salvaguardar, cuidar la salud y la vida de las mujeres, con profesionalismo, con sacrificados estudios y con denodados esfuerzos.
Dr. Miguel Palacios Celi
Médico Gineco-obstetra